«¿Será necesario encontrar a alguien que sufra más que yo para que aprenda a agradecer lo que tengo?” Esta frase de San Francisco de Asís me lleva a reflexionar si es verdad que solo valoramos lo que tenemos cuando lo perdemos.
Hay muchas cosas que damos por sentadas, como nuestro hogar, nuestra casa, nuestra familia, la comida… en fin, en mayor o menor medida todos tenemos algo a lo que nos acostumbramos, por lo que al final no somos conscientes que lo tenemos, solo cuando no esta o es escaso lo valoramos.
Un ejercicio que leí en el libro El arte de no amargarse la vida de Rafael Santandreu, en el que se propone que por más mal que te sientas, al revisar si pudieras estar peor, la respuesta siempre es si, lo que nos llevará a agradecer lo que tenemos hoy, porque podríamos estar peor.
Que bonito sería que fuéramos consientes en todo momento de lo que tenemos, que agradeciéramos a Dios, a la vida, al universo, en lo que tu creas, por esas cosas que tenemos que hacen nuestra vida mejor, que agradeciéramos más seguido a los demás, les dijéramos cómo sus acciones mejoran nuestra vida. No solo nos sentiremos bien nosotros, sino que haremos sentir bien a los otros.
La gratitud hace que nuestra vida sea más alegre, que vivamos con paz interior, que sanemos, que soltemos y también que aceptemos más amorosamente las cosas que no podemos cambiar, nos ayuda a crear ambientes positivos y sanos en los que se construye y se edifica. Vivir agradecidos solo nos traerá beneficios.
Adicionalmente ser agradecidos nos implicará también ser humildes, que es otra de las virtudes que más frutos da, de la cual hablaremos en otra ocasión.
Ideas de cómo comenzar a agradecer:
Si te interesa tener un proceso de coaching que te ayude con este y otros temas personales, contáctanos.